miércoles, 4 de febrero de 2015

CRUCE CAMINOS

Observar al otro lado
el ruido incesante
de maletas sin rumbo.

La torpeza ingrata
de los peldaños
que aún conscientes,
marchitan altivos
la rosa de los vientos,
la flor de lis que nos acunó.

El incesante vaivén 
que refugia al apátrida.

Las raíces guillotinadas
en el acta de la negación.

Regatos que solo se detienen
en la estación de lo bucólico,
cuando muestran su obra
en exposiciones de folclore.

Sentimientos desafinados
bajo la batuta de la distancia.

Un letrero abatido,
sumiso al abandono,
que resiste para decir:
 “no busque culpables

más allá del olvido”.

Abel Aparicio

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